En el departamento financiero de Danone se detectó un problema: los informes que elaboran periódicamente no se leen porque la cantidad de cifras, gráficos y tablas los hacen poco atractivos. Por otro lado, en la compañía Gillette, las reuniones se alargaban tanto que el tiempo de trabajo se reducía a los ratos entre reunión y reunión. ¿Qué tienen en común ambos problemas? Posiblemente que su solución pasa por aplicar medidas creativas e innovadoras. Para conseguirlo, “el punto de partida es preguntarse las cosas de una manera distinta a la de siempre, porque si hacemos siempre las mismas preguntas, llegaremos siempre a las mismas respuestas, y así es imposible innovar”, explica Philippe Delespesse, socio fundador de Inteligencia Creativa, una consultora que ayuda a gestionar la creatividad de las empresas.
En Gillette redujeron el tiempo de sus reuniones obligando a los participantes a estar de pie
Así lo hicieron en Gillette, donde después de darle muchas vueltas llegaron a la conclusión de que las reuniones se harían de pie. Esta medida les ayudó a reducir considerablemente el tiempo de los encuentros, ya que la incomodidad de no poderse sentar les ayuda a centrarse en el tema a tratar sin mayores rodeos. Según Delespesse, éste es un buen ejemplo del error que supone “relacionar la creatividad con el producto, el diseño, o la I+D únicamente, porque la creatividad es un valor transversal de todos los departamentos de la compañía”.
Joaquim Vila, responsable de innovación del IESE, añade que “las empresas necesitan encontrar soluciones originales a los problemas tanto nuevos como recurrentes. Las soluciones convencionales en el mejor de los casos nos ponen al mismo nivel que otras empresas similares. Una solución original, en cambio, da como resultado una ventaja, que tendrá más o menos impacto según el valor que aporte, según la medida en que se pueda proteger de imitaciones, y también según el grado de apoyo interno que tenga dentro de la empresa”.
Formación para todos
La formación de los empleados resulta clave para poder llegar a todas estas soluciones innovadoras, ya que normalmente la gestión de la creatividad es una asignatura pendiente en las compañías. Las formaciones son el primer paso para convencer a empleados y directivos de que las buenas ideas surgen sólo cuando se desbloquea la mente, y cuando el ambiente es propicio para dar rienda suelta a la imaginación. “A partir de ahí, la empresa se interesa no tan sólo en generar ideas, sino también en sistematizar estos procesos. Pueden crear un equipo con sus propios formadores en creatividad, para no tener que depender de una empresa externa, y un comité permante de innovación que se encarge de realizar un seguimiento de todas las ideas que surgen en el seno de la empresa”, según explica Delespesse.
Una apuesta de las grandes compañías
A pesar de que la gestión de la creatividad puede aportar grandes beneficios, la inversión económica que suponen este tipo de servicios son un freno para la pequeña y mediana empresa.
El coste de una formación de dos días para 40 personas puede rondar los 15.000 euros
Hasta ahora, las compañías que han apostado por estos métodos son grandes multinacionales o grupos empresariales como Chupa Chups, Coca Cola, Pepsico, Planeta, Danone o Matutano, entre otras.
Para hacernos una idea, Una sesión de formación de dos días para un departamento de 40 personas tiene un coste aproximado de 15.000 euros; por 6.000 euros adicionales, también se puede formar a un grupo de “formadores” internos de la empresa. Pero las cantidades pueden ascender todavía mucho más. Inteligencia Creativa ha recibido el encargo de una gran farmaceutica para formar a 300 trabajadores, en un plan que durará más de un año y medio, y que le costará a la empresa un total de 100.000 euros.
La rentabilidad de la inversión dependerá del valor de las innovaciones aplicadas, pero la satisfacción general de los participantes, hasta el momento, supera con creces el “notable”. En Apli, por ejemplo, destacan las 500 ideas que se han generado gracias a varios talleres de gestión de creatividad, y desde Planeta se reconoce la capacidad efectiva de estas técnicas para conseguir resultados a corto plazo.Posiblemente que a súa solución pasa por aplicar medidas creativas e innovadoras. Para conseguilo, «o punto de partida é preguntarse as cousas dun xeito distinto á de sempre, porque se facemos sempre as mesmas preguntas, chegaremos sempre ás mesmas respostas, e así é imposible innovar», explica Philippe Delespesse, socio fundador de Intelixencia Creativa, unha consultora que axuda a xestionar a creatividade das empresas.
En Gillette reduciron o tempo das súas reunións obrigando os participantes a estar de pé
Así o fixeron en Gillette, onde despois de darlle moitas voltas chegaron á conclusión de que as reunións se farían de pé. Esta medida axudoulles a reducir considerablemente o tempo dos encontros, xa que a incomodidade de non se poder sentar lles axuda a centrarse no tema a tratar sen maiores rodeos. Segundo Delespesse, este é un bo exemplo do erro que supón «relacionar a creatividade co produto, o deseño, ou a I+D unicamente, porque a creatividade é un valor transversal de todos os departamentos da compañía».
Joaquim Vila, responsable de innovación do IESE, engade que «as empresas necesitan encontrar solucións orixinais aos problemas tanto novos coma recorrentes. As solucións convencionais no mellor dos casos póñennos ao mesmo nivel que outras empresas similares. Unha solución orixinal, en cambio, dá como resultado unha vantaxe, que terá máis ou menos impacto segundo o valor que achegue, segundo a medida en que se poida protexer de imitacións, e tamén segundo o grao de apoio interno que teña dentro da empresa».
Formación para todos
A formación dos empregados resulta clave para poder chegar a todas estas solucións innovadoras, xa que normalmente a xestión da creatividade é unha materia pendente nas compañías. As formacións son o primeiro paso para convencer a empregados e directivos de que as boas ideas xorden só cando se desbloquea a mente, e cando o ambiente é propicio para dar renda solta á imaxinación. «A partir de aí, a empresa interésase non tan só en xerar ideas, senón tamén en sistematizar estes procesos. Poden crear un equipo cos seus propios formadores en creatividade, para non ter que depender dunha empresa externa, e un comité permante de innovación que se encarge de realizar un seguimento de todas as ideas que xorden no seo da empresa», segundo explica Delespesse.
Unha aposta das grandes compañías
A pesar de que a xestión da creatividade pode achegar grandes beneficios, o investimento económico que supoñen este tipo de servizos son un freo para a pequena e mediana empresa.
O custo dunha formación de dous días para 40 persoas pode roldar os 15.000 euros
Ata agora, as compañías que apostaron por estes métodos son grandes multinacionais ou grupos empresariais como Chupa Chups, Coca Cola, Pepsico, Planeta, Danone ou Matutano, entre outras.
Para facernos unha idea, Una sesión de formación de dous días para un departamento de 40 persoas ten un custo aproximado de 15.000 euros; por 6.000 euros adicionais, tamén se pode formar a un grupo de «formadores» internos da empresa. Pero as cantidades poden ascender aínda moito máis. Intelixencia Creativa recibiu o encargo dunha gran farmaceutica para formar 300 traballadores, nun plan que durará máis dun ano e medio, e que lle custará á empresa un total de 100.000 euros.
A rendibilidade do investimento dependerá do valor das innovacións aplicadas, pero a satisfacción xeral dos participantes, ata o momento, supera de sobra o «notable». En Apli, por exemplo, destacan as 500 ideas que se xeraron grazas a varios talleres de xestión de creatividade, e dende Planeta recoñécese a capacidade efectiva destas técnicas para conseguir resultados a curto prazo.