Son distintos los tipos de diseño, -gráfico, de marcas, de producto, de interiores, de interface- pero todos tienen una finalidad común que podríamos resumir en crear experiencias simples y gratificantes para los usuarios.
Hay que tener en cuenta que, actualmente, todo el mundo espera un diseño original. Las expectativas con respecto al diseño son altas y masivas. El buen diseño de los productos indica que éstos son buenos por dentro y por fuera, y que la empresa pensó cómo simplificarlos, es decir, que fuesen más fáciles de usar, más comprensibles, más estéticos y más duraderos.
Los entendidos en márketing están al tanto y entienden bien el poder del diseño. Apple, por ejemplo, tiene una valoración actual de 570 millones de dólares. Sus ganancias doblan las de Microsoft, que es también una organización de tecnología. Ahora bien, la primera ha apostado entre otras cosas por un buen diseño, cosa que no hizo la segunda.
Compañías como Amazon, Facebook,… saben de la importancia que tiene el diseño para ofrecer sus servicios y productos, de ahí que sean empresas que suenan todos los días.
Un buen diseño hace la empresa más competitiva.